incrustas en mi carne, sin remordimiento, tu fría daga.
Vives al margen de mis sentimientos,
quieres, sin compasión,
aniquilar mi vida con el frío acero de tu navaja.
Como sanguijuela que de sangre se alimenta
mi energía succionas y mi cuerpo debilitas.
Vives desde tiempos remotos instalada en mi vida.
No hay margen ni respiro ni tiempo,
eres como goteo incesante que la mente orada,
un sin vivir que agota mis límites
y con mis fuerzas acabas.
Naufraga el barco en el que navego errante
me doy a la huida y sola remo hacia la orilla.
aniquilar mi vida con el frío acero de tu navaja.
Como sanguijuela que de sangre se alimenta
mi energía succionas y mi cuerpo debilitas.
Vives desde tiempos remotos instalada en mi vida.
No hay margen ni respiro ni tiempo,
eres como goteo incesante que la mente orada,
un sin vivir que agota mis límites
y con mis fuerzas acabas.
Naufraga el barco en el que navego errante
me doy a la huida y sola remo hacia la orilla.
Imagen de la red
Vivir con esa daga atravesando la piel y sufriendo el dolor que nunca acaba, realmente supone un suplicio para el alma.
ResponderEliminarMe encantaron tus versos de náufraga, amiga Marina, remando en esa huida errante hacia la orilla.
Un gran abrazo y besos.
Muchas gracias Estrella por tus siempre bellas palabras. Me alegra que lo encuentres de tu agrado, aunque este poema sea el reflejo de un suplicio para el alma. Un gran abrazo amiga.
ResponderEliminar