Ir al contenido principal

PEDACITOS DE CORAZÓN













Recogió uno a uno aquellos pedacitos de corazón que habían caído como caen las hojas de los árboles con el viento en otoño. Los acarició con sumo mimo y cuidado. Limpió con suprema dulzura la sangre que brotaba de cada uno de los pedacitos aterciopelados y los envolvió en fino papel de seda depositándolos en el cofre de plata que guardaba en su mesita de noche.

 Era su pobre corazón al que quería enterrar en el mejor de los lugares. Amaba tanto a su corazón que quiso procurarle todos los cuidados y el cariño que merecía por tanta felicidad como le había proporcionado a lo largo de su vida.

 Le daba mucha pena verlo en ese deplorable estado en el que había quedado, pero quizá, ahora que le había limpiado las heridas podría recuperarse de nuevo y volver a latir como lo había hecho en otras ocasiones en el que también quedó malherido.

 No estaba muy segura y sin embargo no perdía la esperanza. Sabía que su amado corazón ya estaba agotado por el latir de tantos años pero aún se sentía joven y pudiera ser que el amor obrara de nuevo el milagro.

 De momento, lo mantendría en su cofrecito de plata a buen resguardo e iría limpiando los restos de sangre que pudieran supurar todavía de sus heridas. Le hablaría con cariño y lo abrazaría colmándolo de amor, el mismo y en correspondencia hacia el que él le había entregado durante toda su existencia. Lo cuidaría con esmero por si algún día esos pedazos volvieran a unirse y a latir juntos de nuevo con la ilusión que renace en cada primavera.


Imagen de la red 

Comentarios

Entradas populares de este blog

ESTARÉ AQUÍ MISMO

    Recuerdo perfectamente el momento en que te vi, tu cara de asombro igualando mi asombro, tus enormes ojos mirándome con extrema curiosidad, una mutua correspondencia en aquel inesperado encuentro. Nunca te olvidé, bueno, más bien, siempre supe que estabas en algún lugar no muy lejos y que nuestros caminos se cruzarían. A pesar de soñar con que ese encuentro se produjera, mi asombro fue tan grande como el tuyo. Ambos nos sobresaltamos de ver nuestras extrañas apariencias, pero en nuestras miradas francas había un reconocimiento que nos acercaba. Tus ojazos me subyugaron por completo, sentí en mi interior una profunda ternura, un deseo incontrolable de abrazarte a pesar de desconocer tu procedencia.  Conectamos enseguida sin necesidad de articular palabras y tuve la necesidad de protegerte de cualquier persona ajena a lo que estaba sucediendo, sentí que debía alejarte de miradas curiosas que quisieran causarte mal por no entender que eres un Ser hermano perdido en un mundo descon

EL RUGIDO DEL DRAGÓN

  Volvió a escuchar el rugido del dragón desde la tenebrosa cueva que lo custodiaba. Camuflado tras el sopor de un narcótico sueño esperaba impaciente el oportuno momento para salir de su guarida y atemorizar a la dueña y señora del castillo aprovechando su debilidad en las horas en que más vulnerable se hallaba. Llamaradas despedían sus fauces desde las entrañas del submundo en el que la oscuridad reinaba. Bestia abominable, sin piedad el terror sembraba en el corazón y el alma. Olvidó cerrar las compuertas donde lo mantenía en silencio en muchos tiempos, olvidó que la bestia con vida permanecía y podía despertar de su letargo en cualquier momento. No quiso concederle tregua y que el rugido más fuerza tomara y ahogó su grito en medio de las tinieblas, extintores de gritos y palabras graves lanzó contra el monstruo que la acosaba, mas, el monstruo no se amilanaba y no retrocedía. Volvió a escuchar el rugido del dragón y destempló su sueño en todas las madrugadas, se negaba a escuchar y

FUERON...

Es el sonido del silencio, el eco roto de tu voz que se instala en mi pensamiento. Son las notas frías de un adiós en la noche sin luna, es la paciente espera por encontrar tu nombre escondido en algún lugar de lo inmaterial. Es el ayer que acecha y quiere llegar a la cima de los dormidos recuerdos, es tu voz que me llama, la que vela mis sueños y entre susurros me alienta. Son los errores cometidos, las palabras vacías, los te quiero no pronunciados, las noches de amor robadas, las horas vencidas los que agotaron el alma. Fueron tantos desatinos los que al sol de la luna distanciaron como ausencias sin motivo que no se perdonaron. Fueron las notas de un violín desgastado por la melancolía, fueron las noches en vela escribiendo a ciegas miles de poemas. Fueron los combates perdidos que dictaron el camino hacia el aprendizaje, fueron los valores perdidos reconciliando pasados, avanzando en la vida. Fueron tantas las muertes producidas como renacimientos inesperados, resurgiendo como el