Ya no quedan deudas pendientes, el fuego saldó toda cuenta
el último adiós ardió sin rencores ni quejas.
Se apagaron los gritos lentamente en las llamas,
se evaporó en el incendio el testamento de agónicas vivencias.
Nada queda por saldar, solo avanzar con limpia mirada,
pasado sin retorno, dolor del alma se consume en las brasas.
Rescoldos de pequeños grandes trozos de roja tinta
se convierten pausadamente en cenizas.
Se fugó sin prisa el ayer, despacio, el tiempo que tardan en arder
unas letras en el papel amontonadas en una pira.
Imagen de la red
Es bueno que no haya pendientes, esos pendientes hasta que desaparecen duelen.
ResponderEliminarMe gusta ese avanzar con la mirada limpia, con la esperanza en todo lo bueno que está por llegar.
Un saludo
Gracias Conxita, muy agradecida siempre por tus comentarios y visita. Besos y abrazos muchos amiga.
EliminarMe alegra mucho que continúes escribiendo, Marina. Sí, quémalo, olvídalo y mira hacia adelante. La vida es para vivirla. Abrazos.
ResponderEliminarAsí es amiga querida. Besos todos preciosa.
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