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NUNCA TE LO DIJE...












Nunca lo supiste, nunca te lo dije,

 No quise mostrarme vencida por el dolor de la ausencia.

Ausencia de verdades que perecieron ocultas en silencioso llanto

creyendo que así me protegía

 ¿de quién o de qué? me preguntaba

¿de tu falta de sinceridad y de tu hipocresía?

¿o de la facilidad con que caí en tu falsa palabrería?

Nunca quise decírtelo, no quise desnudar ante ti mi dolor

mostrar las invisibles heridas que mi alma atravesaban,

dejar mi vulnerabilidad al descubierto, 

el desgarro que sentí en mi interior por el efecto de tus letras.

Doloroso silencio fue mi reacción, 

preferí callar y engullir en soledad mis sentimientos.

Insomnio maldito se apoderó de noches eternas.

A oscuras, sin consuelo me encontraba la mañana.

 Me vencía el día sin llegar a entender el por qué de mi agonía.

Decepción llevé a cuestas pensando en tu falta de valor,

en tu inmensa cobardía.

 Por alto mis sentimientos pasaste,

 añicos hiciste mi corazón y mi alma laceraste.

Me descuartizaste como papel que ya no sirve

 sin remordimiento, los pedazos a la papelera lanzaste.

Como si mi corazón de una pierda se tratara

 no tuviste en cuenta el efecto de tus palabras,

 a bocajarro sobre mí las soltaste

cayendo en mi corazón como un chorro de agua fría.

  Enamorado estabas y no era de mí, me dijiste,

mordí mi lengua y callé lo cabrón que me pareciste.

 Si enamorado estabas mientras conmigo de placer te retorcías,

doblemente cabrón me pareciste.

no sólo a mí me mentías,

  también a la mujer de la que enamorado te decías.

No me diste opción a elegir

 si contigo quería estar sabiendo que no eras libre.

 y eso me dolió como una puñalada traicionera. 

Tu falta de respeto, tu falta de honestidad,

tu sinceridad ausente para admitir que tu corazón ya tenía dueña.

Si sólo querías un rato de placer no debiste enamorarme,

no debiste llegar a ese extremo, era suficiente con preguntarme.

Si mereces perdón o no no seré yo quien lo decida

ni juez ni  verdugo soy, ni de ti ni de nadie

   en manos de tu conciencia queda el perdón,

que ella sea quien lo decida.

Ahora que el tiempo pasó quería que lo supieras

 fue tu falta de sinceridad la que peor daño me causó.

Pensando en tu hipocresía me sumí en el dolor

 tratando en silencio digerir mis lamentos y mis quejas.

 Dolor y decepción se enquistaron en mi corazón,

 por no decirte, por que no supieras

la herida que en mi corazón se abrió

cuando sobre mí cayó tu sentencia.




Imagen de la red





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