Ir al contenido principal

INSTANTES













Fue la magia que desprendía la belleza de su mirada, fue el impacto divino que le produjo el sonido de sus palabras, cadenciosa voz, profunda y envolvente como dulces notas de un violín.

 Se encogió sobre sí misma, recogiéndose y dejándose llevar por la inefable emoción que estaba experimentando al recordar aquel momento. No quería poner razones lógicas a todo aquello, pues en el fondo sabía que no las había, sólo quería dejarse llevar, escuchar cómo su corazón palpitaba de nuevo, sentir en esos latidos que estaba viva, que a pesar de encontrarse en el otoño de su vida aún podía vibrar ante una mirada, unas palabras, una voz masculina. Qué más daba si era amor o un sucedáneo de éste, no quería ponerle nombre, soló embriagarse de este sentimiento, de esta emoción bendita que la vida le regalaba.

 Allí, tumbada en el sofá de la sala de estar de aquel hotel se dejaba llevar una y otra vez recreándose en el recuerdo de aquellos instantes. Quizá no volvieran a verse, quizá no tuvieran la oportunidad de coincidir de nuevo pero jamás podría olvidar aquel día en el metro, cuando se dirigía por aquel interminable pasillo y de repente sus pasos se detuvieron en seco al escuchar su melodiosa voz cantando para un público sordo la canción que hiciera famosa Jacques Brel, "Ne me quitte pas"...aquella voz, ¡oh! aquella voz tan particular inundó sus sentidos y su alma de una emoción dulce, placentera e inusitada para ella.

 Se quedó clavada delante de él, inmóvil como una estatua de mármol. Sintió cómo su mirada se posó suavemente en la suya y cómo sin proferir palabra alguna ambos se fundieron en un abrazo en el que se mecieron y aunque no se prolongó más allá de dos minutos a ella le parecieron los dos minutos de su vida más maravillosos e intensos que había vivido hasta ese momento. Deshicieron el abrazo lentamente y sus ojos permanecieron fijos unos en los otros hasta que de la voz mágica sonaron tan solo unas breves palabras: "gracias por estar aquí" a lo que ella le contesto: "gracias a ti por esperarme". Sin más siguió adelante por el interminable túnel hasta la estación en la que subió al convoy que la llevaría a su destino.





Imagen de la red

Comentarios

  1. Precioso relato, esa magia, aunque sean dos minutos, para toda la eternidad.
    Besos muchos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces dos minutos son suficientes para mantener un bello recuerdo eternamente. Gracias por tus palabras querida Marijose. Besos y abrazos todos!!!

      Eliminar
  2. Qué bonito, Marina. ¡Me encanta que escribas! Abrazote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucha gracias querida amiga. Abrazos y besos miles para ti también preciosa.

      Eliminar
  3. Bello relato de unos instantes maravillosos de la vida, guardados en los recuerdos para siempre.
    Genial amiga.🌸

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces no se necesita más tiempo para guardar en nuestro corazón un bello recuerdo para siempre. Gracias otra vez preciosa amiga. Besos y abrazos todos!!!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

ESTARÉ AQUÍ MISMO

    Recuerdo perfectamente el momento en que te vi, tu cara de asombro igualando mi asombro, tus enormes ojos mirándome con extrema curiosidad, una mutua correspondencia en aquel inesperado encuentro. Nunca te olvidé, bueno, más bien, siempre supe que estabas en algún lugar no muy lejos y que nuestros caminos se cruzarían. A pesar de soñar con que ese encuentro se produjera, mi asombro fue tan grande como el tuyo. Ambos nos sobresaltamos de ver nuestras extrañas apariencias, pero en nuestras miradas francas había un reconocimiento que nos acercaba. Tus ojazos me subyugaron por completo, sentí en mi interior una profunda ternura, un deseo incontrolable de abrazarte a pesar de desconocer tu procedencia.  Conectamos enseguida sin necesidad de articular palabras y tuve la necesidad de protegerte de cualquier persona ajena a lo que estaba sucediendo, sentí que debía alejarte de miradas curiosas que quisieran causarte mal por no entender que eres un Ser hermano perdido en un mundo descon

FUERON...

Es el sonido del silencio, el eco roto de tu voz que se instala en mi pensamiento. Son las notas frías de un adiós en la noche sin luna, es la paciente espera por encontrar tu nombre escondido en algún lugar de lo inmaterial. Es el ayer que acecha y quiere llegar a la cima de los dormidos recuerdos, es tu voz que me llama, la que vela mis sueños y entre susurros me alienta. Son los errores cometidos, las palabras vacías, los te quiero no pronunciados, las noches de amor robadas, las horas vencidas los que agotaron el alma. Fueron tantos desatinos los que al sol de la luna distanciaron como ausencias sin motivo que no se perdonaron. Fueron las notas de un violín desgastado por la melancolía, fueron las noches en vela escribiendo a ciegas miles de poemas. Fueron los combates perdidos que dictaron el camino hacia el aprendizaje, fueron los valores perdidos reconciliando pasados, avanzando en la vida. Fueron tantas las muertes producidas como renacimientos inesperados, resurgiendo como el

EL RUGIDO DEL DRAGÓN

  Volvió a escuchar el rugido del dragón desde la tenebrosa cueva que lo custodiaba. Camuflado tras el sopor de un narcótico sueño esperaba impaciente el oportuno momento para salir de su guarida y atemorizar a la dueña y señora del castillo aprovechando su debilidad en las horas en que más vulnerable se hallaba. Llamaradas despedían sus fauces desde las entrañas del submundo en el que la oscuridad reinaba. Bestia abominable, sin piedad el terror sembraba en el corazón y el alma. Olvidó cerrar las compuertas donde lo mantenía en silencio en muchos tiempos, olvidó que la bestia con vida permanecía y podía despertar de su letargo en cualquier momento. No quiso concederle tregua y que el rugido más fuerza tomara y ahogó su grito en medio de las tinieblas, extintores de gritos y palabras graves lanzó contra el monstruo que la acosaba, mas, el monstruo no se amilanaba y no retrocedía. Volvió a escuchar el rugido del dragón y destempló su sueño en todas las madrugadas, se negaba a escuchar y