Se horrorizó al escuchar su propia
voz, no podía creer que aquel escalofriante sonido proviniera de su garganta,
más bien parecía salir de las fauces de alguna criatura del inframundo.
No se dio cuenta de la mutación que
se estaba produciendo en su persona. Su cuerpo iba tomando dimensiones
descomunales al mismo tiempo que su aliento se tornaba más gélido y pestilente y una oscura masa de espuma fluía de la comisura de su boca. Lo que
antes fueran ojos se habían convertido en dos grandes y oscuros cuencos huecos y vacíos. El
producto final de aquel cambio era una enorme y abultada masa deforme
debido a la acumulación de maldades inflingidas a la humanidad. Contaba con
pocos minutos de concsiencia antes de completar su transformación.
Se hallaba perdida en el reino de
la oscuridad, su interior, en el que ya no podía reconocer ni su propia imagen.
Su vagar por aquel inhóspito lugar la llevó hasta un gran océano helado en el
que se hallaban sumergidos todos los sufrimientos y dolores que la humanidad había acumulado desde la noche de los tiempos. Allí, pudo contemplarse y ver su reflejo. No pudo evitar proferir un terrorífico
aullido ante la visión que le devolvía aquel espejo ya que tenía ante sí una imagen demoníaca en la que se reconoció como un engendro satánico.
Junto a la imagen infernal podía distinguir una parte
muy leve y difusa de lo que aún quedaba de su apariencia original. La belleza que en un tiempo tuvo nada tenía que ver con la mutación alcanzada. La bestia volvió rugir con
estruendoso y gutural aullido. El mal, sin duda, se había apoderado de su alma y
aquello que contemplaba era el precio a sus maldades.
Su antiguo yo quedó vagando por la
eternidad en espera de un nuevo aviso, de una señal de recuperación. No se
preguntó cuánto tiempo le llevaría recobrar su antigua forma porque ya casi no
quedaba consciencia en la bestia. Podría ser cuestión de días o quizá esa nueva
personalidad la llevaría consigo eternamente.
No disponía de mucho tiempo para
pensar ni razonar, pero tuvo un instante para poder verse a sí misma y la forma
en que el mal la poseyó, inoculando en ella los peores sentimientos y las mayores
perversidades que ningún ser humano pudiera albergar. Esparció semillas de
codicia, odio, envidia, celos, ira y los propagó por el planeta sin
contemplaciones. Aquellos sentimientos se instalaron en su mente, en su alma y
en su corazón de forma enfermiza llegando a sentir un placer morboso en cada
acto maligno.
Ante esa visión su voz volvió a
estallar en lo que quería asemejarse a alaridos de dolor, pena y
arrepentimiento profundo por la destrucción a la que había llevado a sus habitantes con su siembra. La bestia bramó con desgarradora fuerza y de sus vacías cuencas fluyeron en cascada enormes bolas de fuego en forma de lágrimas que
deshicieron el hielo del océano liberando todo el dolor allí contenido y penetrando en sus deformes entrañas.
En un último intento por redimirse de sus
maldades y recuperar su apariencia olvidada antes de perder definitivamente
la consciencia, la bestia abrió sus descomunales fauces y succionó las frías aguas del océano engullendo y haciendo suyo todo el horror. Al hacerlo, la bestia vio su alma purificada y liberada de su tormento y poco a poco fue recuperando su yo perdido y la belleza que en tiempos remotos la caracterizó. En el planeta volvió a brillar el sol y recuperó toda su esencia en vida y color , el nuevo aire que se respiraba era síntoma de paz y armonía. Había dado lugar un nuevo amanecer, un nuevo mundo en el que sus habitantes pudieron recuperar aquella parte de la que carecieron durante muchas eternidades: SU HUMANIDAD.
Imagen de la red
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¡Excelente relato amiga!
ResponderEliminarMe gustó tu manera de detallar y llevar a ese final de reivindicarse y sanar, con ello, a los demás.
Un gusto leer Marina.
Besitos y abrazo para ti.
Besos muchos para ti mi querida amiga. Gracias por tus palabras, siempre tan alentadoras. Que tengas un buen inicio de semana amiga!!!!
ResponderEliminarEstupenda comparación, Marina, la de esta bestia llena de maldad que sufre su eterno castigo, con la falta de humanidad. De ahí que cuando por fin se da cuenta del motivo que la ha transformado en esta criatura infernal, logra purificar su espíritu para felizmente liberarse del tormento y ayudar al planeta a recuperar su paz y armonía.
ResponderEliminarUn cuento lleno de sabiduría y bien contado.
Un abrazo grande.
Gracias por tu generosa apreciación Estrella, para mi es de gran valor amiga. Me alegra que te haya gustado, te doy las gracias por tu visita y tu genetosidad para mis humildes letras. Un gran abrazo amiga.
EliminarEse ser que se dio cuenta de como el mal la poseyó y el mal efecto que ello causó en el planeta entero. Entereza y fe, para esperar en la eternidad la oportunidad de liberarse y por ende al planeta.
ResponderEliminarCon que uno solo se de cuenta y redima, el resto queda igualmente liberado. Maravilloso relato, Marina. Utilizaste a la "bestia" que lleva el ser humano dentro, no con tanta fuerza como la pureza que también alberga.
Fuerte y gran abrazo, amiga.
Exacto Mila, esa dualidad con la que vivimos los seres humanos. No hay maldad ni bondad absoluta, la cuestión està en darnos cuenta del alcance que pueden tener nuestras acciones. Gracias por tu presencia y comentarios amiga. Un gran abrazo desde el corazón.
ResponderEliminarEs un relato que nos indica que la maldad es relativa y la bodar también. un abrazo
ResponderEliminarAsí es Maria del Carmen, en el ser humano anida tanto lo bueno como lo malo. gracias por tu comentario y visita. Un gran abrazo.
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