Sol, que resplandeciente asomas,
me envuelves con tu brillo
y abrazas con tus rayos mi mirada.
Eres caricia cálida que en mi cuerpo se posa,
deshaces el frío interno que el helado invierno me deja,
me abrigas y calientas como manta de suave terciopelo.
Sol, que siempre luces en el firmamento
te ocultas a veces cuando la timidez te vence.
Eres mi alimento, mi sustento,
de luz y vida me llenas.
Sol que a la luna evitas y en solitario te muestras.
Sol de media noche
en algunos lugares te nombran,
en algunos lugares te nombran,
espectáculo divino que recrea visiones.
Soy tu fiel amante y a ti estoy sujeta
impaciente espero el día, sueño con que amanezca
que se filtre por mi ventana tu luminosa presencia.
Quiero, muy egoísta,
para mí tu abrazo diario y constante.
Mi alma se anima cuando anuncias tu llegada,
mi cuerpo se despereza,
mi cuerpo se despereza,
tu claridad vence las sombras,
el ánimo se levanta, la tristeza se desvanece.
el ánimo se levanta, la tristeza se desvanece.
Sol,
embriagadora luz que propagas por el planeta
haces posible la vida... sin ti no cabría la existencia.
Imagen de la red
Maravilloso es el sol querida Marina. Me ha gustado mucho este poema, pues el Sol es imprescindible en mis días, iluminan hasta el rincón más triste, dándole calidez que adormece.
ResponderEliminarUn abrazo grande amiga y besitos. Feliz domingo.
Eso mismo siento yo querida amiga. Gracias por tus palabras. Te mando un millón de besos y abrazos y mis mejores deseos de recuperación para tus niñas. Disfruta de tu domingo Viviana.
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