Ensimismada, contemplando la inmensidad del mar, allí, sentada en la orilla de aquella playa se dejaba llevar por sus pensamientos. El suave vaivén de las olas era como música de fondo que la transportaba a otros tiempos, penetraba dentro de sí abriendo el canal mental permitiéndole entrar en un estado meditativo en el que se ausentaba de todo lo externo que la rodeaba, solo se filtraba en ella el murmullo del mar. Respiraba lenta y profundamente hasta hacerse una con la respiración, el tiempo no tenía cabida, se paralizaba para ella, solo su respiración y el sonido de las olas al romper en la orilla de la playa. Muy lentamente fueron pasando por su mente imágenes que la llevaron a un poblado indio, se vio a sí misma a lomos de un caballo galopando por las praderas de su territorio. Se vio feliz allí, el corazón le comenzó a latir con fuerza por la dicha que sentía. El aire acariciaba su rostro, el sol la bañaba con sus rayos y su larga cabelle...
Letras que discurren por un mar a veces calmo a veces tempestuoso por el que fluyen sentimientos y emociones que navegan al son en que late el corazón durante el temporal y la calma.